El grupo, embargado por el dolor que ha sido
la pérdida de un enorme forcado, pero sobre todo de un entrañable hermano que
significó mucho para cada una de sus integrantes como lo fue Eduardo del Villar
Zamacona, se dio cita el sábado pasado para despedirlo y homenajearlo, en la
plaza monumental Vicente Segura de la capital hidalguense.
Junto con otros grupos hermanos como son los
hidalguenses, que dirigió Eduardo del Villar, mexicanos, queretanos,
mazatlecos, teziutecos, potosinos, amadores de Hidalgo, san miguelenses,
poblanos y aposento de San Luis, se despidió a un joven que fue líder, con una
celebración eucarística en el centro del ruedo, acompañando a su familia, con
algunas emotivas palabras a cargo de los mismos familiares y amigos allegados.
Los grupos estuvieron presentes en el ruedo,
que se formaron en valla como en el paseíllo a la usanza portuguesa, y ahí
mismo en el centro, uno a uno se acercó a la urna que contenían sus cenizas, a
despedirse, al acorde de las notas de “Las golondrinas”, para luego dar paso a
una emotiva vuelta al ruedo, cargada de aplausos de todos los presentes, que
estaban sobrecogidos.
Eduardo se distinguió por su calidez como
ser humano, por su carácter afable y amable, por su energía. Nunca tuvo
enemigos porque siempre se dio a querer, ni se amilanó frente a las
adversidades, su valor a toda prueba le llevó a visitar casi siempre la
enfermería, y sin embargo siempre estaba ahí, al pie del cañón, con su grupo y
con otros, como con cada una de nosotras, a quien daba un consejo, a quien
podía dar una primera ayuda o con quien departía de igual modo una copa y
largas pláticas.
Sabemos que la condición de la vida es
también la muerte, y aunque el dolor hoy está presente por su ausencia, nos
deja su ejemplo y su valor para encarar al toro y a la vida, siempre en los
límites, siempre en la orilla de lo casi imposible.
Fue un líder sin tacha, nadie le podía decir
no, su franqueza le abrió muchas puertas, la sinceridad en su mirada y su
sonrisa reflejaron la bondad de un hombre que siempre estuvo dispuesto a darlo
todo y que dio todo lo que tenía a quien se lo pidió y a quien no también.
Edu, dejas un hueco en nuestras vidas, cada
uno de los momentos que conviviste con nosotras lo extrañaremos, te quedas en
nuestro pensamiento y en nuestro corazón, siempre te quisimos por todo lo que
representabas y por tu amistad, tu hermandad, sin miramientos. Qué haremos sin
ti ahora.
Ve adonde tengas que ir, en un rato te
alcanzaremos, y mientras, siempre, estarás en cada tarde con nosotras.
Hasta siempre, querido cabo, querido
forcado, querido hermano Edu del Villar +